En cada página persiste una intención por simplificar algo que resulta un tanto complicado: La importancia de crear ficción para recrearnos y viceversa, recrearnos para crear o detonar la creación. El asunto en apariencia rebuscado tal vez no merecería mayor atención; sin embargo, Volpi se pregunta: ¿por qué está latente esa necesidad imperiosa de ver cine, llenarnos de letras, comprar ese libro, conseguir ese cómic, escuchar repetidamente esa rola, o vaciar balas y rayos láser en un videojuego? Hay algo más profundo para Volpi en el hecho de estimular nuestra imaginación como mero ejercicio recreativo, que se niega a creer que esta búsqueda de la ficción en el arte, la literatura, o en la industria del entretenimiento, sea sólo una simple forma estética y placentera para evadir nuestra realidad. Mucho menos, que la creación de todas estas fuentes de ficción se produzcan sólo para vender ese fin. Su ensayo intenta entonces diseccionar la mente, el cerebro y el arte de la ficción, tratando de dar con la relevancia que cumple ese “simple” ejercicio cotidiano de la mente humana: echar andar ideas, y hacer volar nuestra imaginación.
La esencia en la intención de Volpi, nos recuerda que el ejercicio literario y creativo con sus distintas expresiones, son una necesidad primordial no sólo para el crecimiento intelectual y humano, sino también son una característica manifiesta y distintiva que marcó al hombre en su evolución como especie. Pero la ficción está presente en muchos logros científicos, médicos, y tecnológicos, mucho más al preceder y cubrir exigencias bélicas. La capacidad del hombre para anticipar lo que una amenaza podría hacer o imaginar hacer, es resultado de esa habilidad de la mente por construir ficciones y escenarios. Así de relevante es, ya lo decía Einstein “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Nutrirse de ficciones pues, alimenta nuestra imaginación y estimula nuestra capacidad para encontrar o inventar soluciones. Es un proceso excepcional y aparentemente único de la especie humana que nos ha ayudado a sobrevivir a lo largo de la historia, desde el Moonwatcher de las cavernas, hasta esos Bruce Willis de la NASA apuntando sus telescopios hacia esa madrezota llamada Apofis; un asteroide en curso posible de colisionar la Tierra.
La ficción es una herramienta que nos ha ayudado a evolucionar individual y colectivamente, concluye el ensayo. Y si es así, no podría estar más de acuerdo, pues como bien encomió Kenneth Burke alguna vez: “Las historias, nos aprovisionan para la vida”
La esencia en la intención de Volpi, nos recuerda que el ejercicio literario y creativo con sus distintas expresiones, son una necesidad primordial no sólo para el crecimiento intelectual y humano, sino también son una característica manifiesta y distintiva que marcó al hombre en su evolución como especie. Pero la ficción está presente en muchos logros científicos, médicos, y tecnológicos, mucho más al preceder y cubrir exigencias bélicas. La capacidad del hombre para anticipar lo que una amenaza podría hacer o imaginar hacer, es resultado de esa habilidad de la mente por construir ficciones y escenarios. Así de relevante es, ya lo decía Einstein “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Nutrirse de ficciones pues, alimenta nuestra imaginación y estimula nuestra capacidad para encontrar o inventar soluciones. Es un proceso excepcional y aparentemente único de la especie humana que nos ha ayudado a sobrevivir a lo largo de la historia, desde el Moonwatcher de las cavernas, hasta esos Bruce Willis de la NASA apuntando sus telescopios hacia esa madrezota llamada Apofis; un asteroide en curso posible de colisionar la Tierra.
La ficción es una herramienta que nos ha ayudado a evolucionar individual y colectivamente, concluye el ensayo. Y si es así, no podría estar más de acuerdo, pues como bien encomió Kenneth Burke alguna vez: “Las historias, nos aprovisionan para la vida”
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