En talleres de escritura y cursos de guión, es común la sugerencia de recurrir a ciertos trucos cuando la imaginación o el numen nos abandonan. Entre esos trucos está el de tomar el periódico y buscar alguna historia cualquiera que sirva como detonante y nos empuje a escribir. Pudiera parecer poco práctico el recurso, sin embargo, para el escritor William P. Blatty toparse con una extraña crónica en el The Washington Post le representó no sólo un Best Seller, también la oportunidad de ver llevar a la pantalla grande una de las más geniales historias de terror de todos los tiempos.
Blatty, en este libro narra cómo en 1949 quedó impresionado con los detalles de una crónica descrita por un pastor protestante, en la que después de haber agotado todos los medios médicos y psiquiátricos, un jesuita cincuentón durante dos exhaustos meses se avocó a exorcizar a un pobre chico de catorce años en Washington. Impactado con aquel relato, la idea de una potencial historia lo acompañó hasta 1967, cuando un representante editorial se interesa y propone a Blatty desarrollar su idea.
De la novela al guión, no es en ningún sentido un manual técnico que nos enseñe a adaptar una novela. En cincuenta páginas, Blatty narra con buen humor sus peripecias con ejecutivos y gente famosa del medio cinematográfico para desarrollar El Exorcista, pero entre estas páginas se destaca su interés por comprender un fenómeno tan extraño como lo es la posesión demoníaca, tan real para él, como la evidencia de algo mucho más grande, y lo hace pasando por Teilhard de Chardin, Aldous Huxley, y la Física moderna:
“Considerad el neutrino. Puede atravesar un grosor planetario en un abrir y cerrar de ojos, y, sin embargo, no tiene masa ni carga magnética o eléctrica. Real, pero carente de las propiedades fundamentales de la materia, el neutrino es un fantasma.”
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